Basílica

de San Pedro (Roma)

 

El espacio interior se distribuye en una planta rectangular dividida en varias naves (3 o 5) paralelas, separadas por filas de columnas o pilares sobre las que se apoyan arcos o dinteles. En el extremo de la nave central, que es más alta y ancha que las laterales, se sitúa el ábside, semicircular o cuadrado. Estas basílicas contaban originariamente con un atrio porticado que precedía al nártex (vestíbulo transversal abierto al edificio en columnatas o puertas; era un espacio reservado a los catecúmenos). A través de él se accedía a la sala principal, de tres o cinco naves, destinada a los fieles.


 

 

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