MÚSICA

23.07.2011 23:27

    Los cristianos tomaron de la religión judía el empleo del canto en sus ceremonias religiosas. Los salmos y oraciones eran cantados como si fuese un parlamento. Esta forma melódica llamada “Cantilación”, es la forma más antigua de adaptación musical a un texto. En esa época la música cristiana no tuvo grandes cambios; el mas notorio de ellos fue la introducción de una nueva forma de entonar los textos, implementada por un monje llamado Alcuino. Esta consistía en el cambio del tono acompañado de una diferente cadencia al entonar las oraciones o salmos. Durante casi diez siglos fue utilizado este modelo de oración, hasta que apareció la música escrita.


    San Agustín, en sus “Confesiones” respecto al canto y la música religiosa comenta: “...Mi madre, vuestra fiel sierva, a quien tocaba la mayor parte del cuidado y consternación que padecían los fieles, era la primera en concurrir también a aquellas vigilias que celebraban, de modo que no vivía sino de sus oraciones. Yo, que todavía estaba frío en la devoción, y falto del calor y fervor de vuestro espíritu, no dejaba de conmoverme con el susto y turbación que padecía toda la ciudad. Entonces fue cuando se estableció que cantasen los fieles himnos y salmos, según se acostumbraba ya en las iglesias de Oriente, para entretener y divertir el tedio y la tristeza que pudiera acabar de sobrecoger al pueblo; y desde entonces hasta el día de hoy se ha continuado este piadoso ejercicio, que han adoptado ya casi todas las iglesias del universo, siguiendo el ejemplo de la de Milán”. Fue también San Agustín quien escribió el primer tratado conocido sobre música religiosa.

 

    Se desconoce la forma melódica de la salmodia, es decir de la forma en como eran entonados los salmos, aunque si son conocidos los versículos que eran cantados con una misma melodía o aquellos que su cántico se alternaba entre dos grupos, así como también los que debían contener una alabanza final por parte de los fieles.

 

    “El canto responsorial”, que varía para cada fiesta litúrgica del año, fue puesto en práctica desde el primer siglo de nuestra Era. Un siglo más tarde, de acuerdo a lo narrado por San Hipólito, los creyentes respondían al canto del diácono con un ¡Aleluya!

 

    Los documentos del Concilio de Laodicea efectuado entre los años 343 y 381, hacen mención por vez primera al oficio del “cantor”, que desde el ambón cantaba una plegaria, misma que era contestada por los asistentes. A finales del siglo VII, en Occidente, los coros de las iglesias, o schola, hacen su aparición.

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